Carcasas para móviles: guía de compra

Los teléfonos móviles llevan poco más de veinte años en nuestras vidas, pero parece que siempre han estado ahí. Hoy por hoy no hay nadie que salga de casa sin llevar encima este pequeño aparato, con la potencia de un ordenador y con la capacidad de introducirnos en un mundo virtual infinito en el que tenemos información, entretenimiento y todo lo que queramos en la palma de la mano. Antes los teléfonos servían para llamar o mandar mensajes, para comunicarnos con los demás, en el sentido más estricto de esa palabra. Sin embargo, ahora podemos grabar vídeos de calidad profesional, comprar cualquier cosa desde cualquier lugar, enterarnos de las últimas noticias o incluso aprender idiomas con nuestro pequeño y ligero Smartphone. La llegada de los teléfonos inteligentes supuso un punto de inflexión en este mercado, hoy por hoy ya tremendamente asentado y con unas ventas millonarias en todo el mundo.

Hay teléfonos más caros y otros más baratos, con más o menos opciones y características, con más o menos potencia en lo que a capacidad de almacenamiento se refiere, calidad de la cámara… Lo de menos, hoy por hoy, es llamar por teléfono, porque estamos comunicados de muchas formas diferentes. Eso sí, el estar todo el día trasteando con el teléfono para arriba y para abajo también tiene sus perjuicios, y es que corremos el riesgo de que se caiga y se rompa, o de que se ensucie más de lo debido, desgastándose más en ese periodo de tiempo. Para protegerlo, y también por qué no, para darle un toque más colorido y personal a nuestro teléfono, contamos con las famosas fundas y carcasas que nos ayudan a cuidarlo mucho más. Es un mercado que ha aparecido a raíz de los smartphones y que se ha convertido también en un sector muy lucrativo, dada la gran cantidad de opciones que encontramos a la venta. Aquí te vamos a dar algunos consejos para elegir la funda perfecta.

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Sobrevivir tras haber perdido el móvil: mi experiencia

Fue en un taxi, la última vez que lo vi. Lo saqué para responder a algunos mensaje de WhatsApp que tenía pendientes y para quedar con una amiga en un bar cerca del barrio donde vive ella. Y ahí debió ser cuando se me escurrió del bolsillo al intentar guardarlo. La cuestión es que el móvil se quedo en algún lugar de la parte de atrás de ese taxi, solo y desamparado. Cada vez que lo recuerdo me lo imagino tirando y abandonado, en una escena en blanco y negro con música triste interpretada por violines.

El caso es que me di cuenta en cuanto llegué a casa y eché la mano al bolsillo y noté el pasillo. En ese momento, pensé que lo habría puesto en otro lugar, pero después de comprobar a fondo el pantalón y la chaqueta empezó a cundir el pánico. Decidí entonces volver a repasar todos los posibles lugar en los que estaba, una y otra vez, como unas seis o siete veces seguidas, como si por arte de magia fuera a aparecer después de varios intentos. Pero no, la magia no existe, mis queridos lectores, lo comprobé por la vía dura.

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