En ocasiones la chorbo agenda no te funciona, como aquella vez en la que conseguí sexo rápido en Internet como ya conté en este artículo, pero en otras ocasiones, es precisamente esa maravillosa agenda la que te salva de una tarde de aburrimiento y te permite disfrutar de una velada sexual de lo más intensa.
Hoy me gustaría contarte aquella ocasión en la que me entretuve probando ikamasutra, una aplicación Android de Kamasutra con una vieja amiga del colegio y que no salió tan bien como yo esperaba pero que hoy en día es uno de los capítulos más intensos de mi vida sexual.
Todo sucedió durante una fría tarde del invierno pasado. Una antigua amiga del instituto comenzó a seguirme por Instagram y después de cruzar unos cuantos likes empezamos a hablar por privado, y de ahí pasamos a Whatsapp. Ella era una de esas chicas inalcanzables cuando eres solo un chico inocente con granos, y que nunca llegas a olvidar del todo. No sé muy bien cómo ni por qué, pero una cosa llevó a la otra, y las conversaciones cada vez se fueron calentando más, hasta que decidimos que había que quedar para acabar con tanta tensión sexual.
Esa misma noche se desplazó hasta mi casa, llegó súper puntual y afortunadamente estaba tan buena como la recordaba, o quizás incluso más. Hablamos un rato en el sofá para romper el hielo pero, ambos sabíamos cómo acabaría todo y, antes de que nos diésemos cuenta estábamos ahí dándonos besos y algo de acción.
Todo iba perfecto, e incluso cuando me pidió que probásemos una de las mejores aplicaciones Android del Kamasutra me pareció bien sobre todo porque me lo dijo con una voz súper cachonda que me puso como burro checoslovaco, así que saqué el móvil y dejé la app descargándose desde Google Play, mientras nosotros seguíamos con los preliminares.
Cuando pasamos al dormitorio fue cuando comenzó la verdadera aventura. Estábamos completamente en pelotas cuando me pidió que fuera a por el móvil. Con la presteza y habilidad de un auténtico hombre de acción cogí el terminal. Era muy fácil de usar, bastaba con apretar un botón y aparecía una posición random del Kamasutra y había que tratar de ponerla en práctica. No sonaba mal, desde luego.
La primera vez que apreté el botón en la aplicación, apareció el nombre “El ángel de nieve.” ¿Qué demonios era eso? Reconozco que soy un poquito falto de imaginación en cuanto a mis relaciones sexuales, sobre todo porque no suelo salir de las típicas posturas de misionero, perrito y 69.
Pero cuando vi la imagen de lo que supuestamente tenía que tratar de hacer la cosa se puso aún más delicada. ¿Qué cojones era aquella locura? Te prometo que no había visto nada más difícil en mi puta vida. Al lado de aquello, el Dark Souls parecía un videojuego de Barbie.
Trataré de explicarlo. Ella tenía que ponerse boca arriba y levantar un poco los pies. Hasta ahí bien, fácil y sencillo, nada complejo. La cuestión es que yo tenía que ponerme encima pero… al revés. Es decir, mi cabeza quedaría mirando a la dirección contraria a la suya, más o menos a la altura de sus pies. ¿No se entiende muy bien? ¡Prueba a ponerlo en práctica!
Después de un rato de pruebas, basadas en el ensayo error, logramos encajarnos. Y vale, guay. Molaba. Genial. De puta madre. Puro placer, lo reconozco. Estuvimos un rato en esa placentera dinámica, y cuando ya me había acostumbrado y disfrutaba como un auténtico cerdo en un charco de barro dijo con voz de viciosa: “otra”.
La cortada de rollo fue épica, pero a ella le encantaban estos juegos sexuales y verla tan entregada y excitada hizo que me viniese arriba de nuevo. Así que presioné de nuevo el botón. Sí, lo hice. Y obtuve una nueva postura aleatoria. Sí, la obtuve. En la pantalla apareció el siguiente nombre: “El desafío”.
El desafío no resulto una postura sexual tan complicada
Después de la experiencia anterior, ese nombre me dio auténtico terror. Pero no pasa nada, soy una persona valiente y aguerrida, y mucho más al ver lo fácil que era esta… al menos para mí. Ella tenía que sentarse en una butaca, en cuclillas, y yo simplemente me ponía de pié por detrás y la sujetaba. Y así fue como volvimos a la acción. Disfrutábamos tanto que me fui encendiendo, y empecé a embestir con la fuerza de una manada de búfalos, con tan mala suerte que en uno de mis movimientos perdió el equilibrio y salió disparada hacia delante. Afortunadamente, cayó de boca sobre el colchón y no le pasó nada especialmente doloroso. De hecho, parecía no importarle en absoluto y más excitada que nunca me dijo: “rápido, otra, otra”.
En estos momentos estaba tan entregado que rápidamente le di al botón random de nuevo, y llegó el momento del desastre. El motivo por el que casi no salgo de casa, y por el que estuve a punto de no poder ni contarlo. La postura que apareció en mi pantalla ha aparecido desde entonces en la mayoría de mis pesadillas. Nombre: El puente de madera. Si fuera el guionista de una nueva película de Viernes 13, haría que Jason obligara a todo el mundo a realizarla.
La postura en cuestión era la siguiente: el hombre debe echarse hacia atrás con las manos, de tal forma que tenga apoyadas las cuatro extremidades a la vez, es decir, como haciendo una forma de puente. Como la niña del exorcista cuando baja las escaleras. No sé cómo, si sería el morbo y la excitación del momento, pero logré colocarme de la forma adecuada. Lo que pasa es que con el esfuerzo me quedé completamente encajado. No era la posición perfecta, de hecho no era capaz de moverme, estaba completamente rígido y para evitar la vergüenza y, todo sea dicho, porque no quería dejar de follar, no le dije absolutamente nada hasta que todo terminó.
Como ella no parecía haberse dado cuenta de nada, se puso encima y empezó a cabalgar cual jinete experimentado. Así estuvo un buen rato, hasta que llegó al éxtasis, sin darse cuenta de cuánto estaba sufriendo yo en aquella postura del Kamasutra tan extraña.
Cuando ella terminó fue cuando se dio cuenta del asunto, se quitó de encima y vio que yo era incapaz de recuperar mi posición normal y erguida, y de forma instantánea empezó a descojonarse de mi. No la culpo, siendo sincero, era gracioso verme en ese estado.
Con cuidado me ayudó a llegar hasta la cama y me dejó allí tumbado, con un dolor de espalda, brazos y piernas que no se lo desearía ni al peor de mis enemigos. Tardé días en recuperarme, incluso pensaba que no volvería a andar recto. Vale, exagero, pero fue un poco un infierno.
Se despidió con un beso, y me dijo que ojalá volviéramos a vernos. Yo le dije que sí, pero que la próxima vez nos quedábamos solo en el misionero. Se río y dijo que todavía nos quedaban 97 posiciones sexuales del Kamasutra por probar.
En ese momento pensé en todas las posturas que aún me quedaban pendientes y me asusté. Decidí que no volveríamos a quedar y al final dejé de seguirla en Instagram… Cosas que pasan.